jueves, 16 de octubre de 2008

El Centro Conviven de Ciudad Oculta

por Julieta Lezcano

El Centro Conviven es una red comunitaria orientada a promover y a consolidar el desarrollo sociocultural de niños y adolescentes de la provincia de Buenos Aires. Cuenta con espacios de recreación, de formación laboral, de actividades educativas y culturales tales como: talleres literarios, cursos de computación, de alfabetización, de formación laboral, clases de inglés, francés, ciclos de danza, tapiz, costura, etc. El proyectó comenzó cuando Valmir Souza, un misionero protestante llegó a Buenos Aires en 1994, acompañado de un grupo de estudiantes universitarios de distintas congregaciones evangélicas de Brasil. Por su dificultad con el español, se ofreció como voluntario sólo para enseñar matemáticas y manualidades en Ciudad Oculta. Terminado el año de voluntariado obligatorio en el país, sus compañeros regresaron, pero Valmir decidió quedarse por la cantidad de jóvenes sin hogar, y “sin rumbo”, como él dice, así como también por el impacto que le causó la absurda de Buenos Aires, “una ciudad tan grande, y aparentemente plena, pero con una pobreza muy oculta”. Un tiempo después de la residencia de Souza en el país, la cantidad de voluntarios, las necesidades y los peligros de no tener locación fueron creciendo a tal punto que en el año 2000 se compró la casa en la calle Martiniano Legizamón al 2900 donde funciona Conviven. Cabe aclarar, como dijo Valmir que “No es un centro ni religioso, ni político, sino que es un centro que actúa como red para ayudar aquellos que lo necesitan, es decir, Conviven es un espacio de trabajo que no está focalizado en ninguna mirada política o religiosa, sino en la mirada humana”. No olvidemos mencionar que en el Centro pueden asistir todos los que lo deseen, sin límite de edad, ni restricción geográfica. Allí trabajan aproximadamente 40 docentes (que algunos son convocados desde el Estado, otros son voluntarios). No reciben subsidios gubernamentales y se sostienen por donaciones y padrinazgos. A pesar de los impedimentos económicos y la apatía estatal Valmir expresa: “La gratificación por ver a los jóvenes que terminaron sus estudios, pese a sus dificultades, las familias reconstituidas, luego de episodios de violencia en el hogar, el agradecimiento y cuidado de los voluntarios, compensan cualquier esfuerzo, cualquier avatar. Todo es cuestión de trabajar para que ellos puedan ser mejores en la vida”.